martes, 20 de noviembre de 2012

CRÓNICA # 14 - LA DESPEDIDA

Han pasado más de cien días desde la primera clase de COE, y luego de catorce cortos encuentros a través de este blog, me hallo dándoles la despedida; pues ni bien termine de imprimir la última entrada, cerraré este blog para siempre, quedando en el olvido las crónicas clases de comunicación, de la misma manera que uno quema las viejas cartas de un ex que prefiere no recordar. (¡Qué dramático!)
A pesar de lo mucho que disfruto escribir, me resulta un gran alivio concluir con este compromiso, pues hacerlo con obligación no me manifiesta satisfacción. (¡Me salió un versito!)
Quiero comentarles que, desde su apertura, este blog ha recibido 420 visitas. Un par son de mamá, otras de papá (mis principales y fieles seguidores, chiste...) ¿y el resto? Ni idea... Pero a lo largo de estos cuatro meses he conseguido unas cuantas visitas secretas y nunca sabré de quiénes han sido.
Estuve pensando en la manera de despedirme, y se me ocurrió compartir con ustedes uno de mis cuentos favoritos: El corazón delator, de Edar Allan Poe. Lo leí por primera vez cuando tenía 14 años y me encantó. Además, hay un tema de Soda Stereo (mi efigie musical) que se llama Corazón Delator, haciendo referencia a dicho cuento, y me parece alucinante.
Ya de más grande, se me ocurrió alguna vez analizar las similitudes y diferencias entre ambos, dándome cuenta que tanto la canción como el cuento definitivamente son mis favoritos.

Les comparto a continuación el cuento, y luego más abajo, la canción. Un saludo amistoso para todos mis colegas, espero verlos en alguna otra materia o en algún pasillo de la universidad. Éxitos para todos ustedes y mucha suerte en el examen final.


EL CORAZÓN DELATOR de Edgar Allan Poe

¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.

Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.

Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.

Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:

-¿Quién está ahí?

Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.

Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.

Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.

Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.

Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.

¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.

Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.

Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.

Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!

Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?

Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.

Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.

Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.

Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!

-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!

FIN


CORAZÓN DELATOR de Gustavo Cerati (Soda Stereo)

Un señuelo 
hay algo oculto en cada sensación 
ella parece sospechar parece descubrir en mi 
debilidad 
los vestigios de una hoguera 
oh mi corazón se vuelve delator 
traicionándome 

Por descuido 
fui víctima de todo alguna vez 
ella lo puede percibir ya nada puede impedir en mi 
fragilidad 
es el curso de las cosas 
oh mi corazón se vuelve delator 
se abren mis esposas... 

un suave látigo una premonición 
dibujan llagas en las manos 
un dulce palpito 
la clave intima 
se van cayendo de mis labios 
(mantra) 

Un señuelo 
hay algo oculto en cada sensación 
ella parece sospechar parece descubrir en mi 
que aquel amor 
es como un océano de fuego 
oh mi corazón se vuelve delator 
la fiebre volverá de nuevo 

un suave látigo 
una premonición 
dibujan llagas en las manos 
un dulce palpito 
la clave intima 
se van cayendo de mis labios... 
como un mantra 
de mis labios 
de mis labios

jueves, 15 de noviembre de 2012

CRÓNICA # 13

En esta clase continuamos con la presentación de las diapositivas sobre el trabajo práctico final de la materia. Con la cabeza en quién sabe donde, he olvidado mi pendrive y mi cd en casa. No he podido hacer la presentación con fotos, pero aún así pasé al frente, y a pesar de los temores habituales a la exposición oral, di comienzo a mi historia que fue muy breve y reconozco, poco emocionante. Es por ello que decidí cambiar la historia que contaré, ahora hablaré de mis bisabuelos y su inmigración a la Argentina hace más de un siglo atrás. Es un trabajo de investigación que lleva mucho tiempo, pero dará buenos resultados, eso espero.
Subo esta foto de pánico, la he robado del blog de mi compañero:
http://diseniosmaestros.blogspot.com.ar/2012/11/clase-xiii-spj.html (la pido prestada, gracias! jeje)


Saludos!!

CRÓNICA # 12

No me gusta faltar, me siento en falta, valga la redundancia. Pero he tenido que hacerlo, por primera vez en el cuatrimestre.
Recurro entonces a los relatos de mis compañeros para poder reconstruir la crónica clase Nº 12 de Coe.
Hemos tenido que preparar una diapositiva para mostrar en clase, con un adelanto del trabajo final.
Las historias fueron casi todas familiares, sobre las abuelas, los abuelos, los padres y los hermanos de cada uno. Me hubiera gustado escucharlos, pues parecían muy interesantes, pero he tenido la suerte de recobrar los relatos a través de los blogs de mis colegas estudiantes.

Gracias a ellos, saludos

CRÓNICA # 11

En la décimo primera clase de Coe, se hizo la entrega de los parciales corregidos. Para mi sorpresa me fue mejor de lo que pensaba, por lo cuál las horas de estudio fueron fructuosas.
Además hicimos un debate sobre la guía de lectura II, de la autora "Ruth Tuchsznaider". Fue una clase divertida, si bien todos pensamos algo parecido sobre la lectura, había diferentes posturas y se armó un lindo clima de mesa redonda.
Luego tuvimos que analizar en grupo el cuento "Ladrón de sábado" de Gabriel García Márquez. Lo comparto con ustedes:

Hugo, un ladrón que sólo roba los fines de semana, entra en una casa un sábado por la noche. Ana, la dueña, una treintañera guapa e insomne empedernida, lo descubre in fraganti. Amenazada con la pistola, la mujer le entrega todas las joyas y cosas de valor, y le pide que no se acerque a Pauli, su niña de tres años. Sin embargo, la niña lo ve, y él la conquista con algunos trucos de magia. Hugo piensa: «¿Por qué irse tan pronto, si se está tan bien aquí?» Podría quedarse todo el fin de semana y gozar plenamente la situación, pues el marido -lo sabe porque los ha espiado- no regresa de su viaje de negocios hasta el domingo en la noche. El ladrón no lo piensa mucho: se pone los pantalones del señor de la casa y le pide a Ana que cocine para él, que saque el vino de la cava y que ponga algo de música para cenar, porque sin música no puede vivir.
A Ana, preocupada por Pauli, mientras prepara la cena se le ocurre algo para sacar al tipo de su casa. Pero no puede hacer gran cosa porque Hugo cortó los cables del teléfono, la casa está muy alejada, es de noche y nadie va a llegar. Ana decide poner una pastilla para dormir en la copa de Hugo. Durante la cena, el ladrón, que entre semana es velador de un banco, descubre que Ana es la conductora de su programa favorito de radio, el programa de música popular que oye todas las noches, sin falta. Hugo es su gran admirador y. mientras escuchan al gran Benny cantando Cómo fue en un casete, hablan sobre música y músicos. Ana se arrepiente de dormirlo pues Hugo se comporta tranquilamente y no tiene intenciones de lastimarla ni violentarla, pero ya es tarde porque el somnífero ya está en la copa y el ladrón la bebe toda muy contento. Sin embargo, ha habido una equivocación, y quien ha tomado la copa con la pastilla es ella. Ana se queda dormida en un dos por tres.
A la mañana siguiente Ana despierta completamente vestida y muy bien tapada con una cobija, en su recámara. En el jardín, Hugo y Pauli juegan, ya que han terminado de hacer el desayuno. Ana se sorprende de lo bien que se llevan. Además, le encanta cómo cocina ese ladrón que, a fin de cuentas, es bastante atractivo. Ana empieza a sentir una extraña felicidad.
En esos momentos una amiga pasa para invitarla a comer. Hugo se pone nervioso pero Ana inventa que la niña está enferma y la despide de inmediato. Así los tres se quedan juntitos en casa a disfrutar del domingo. Hugo repara las ventanas y el teléfono que descompuso la noche anterior, mientras silba. Ana se entera de que él baila muy bien el danzón, baile que a ella le encanta pero que nunca puede practicar con nadie. Él le propone que bailen una pieza y se acoplan de tal manera que bailan hasta ya entrada la tarde. Pauli los observa, aplaude y, finalmente se queda dormida. Rendidos, terminan tirados en un sillón de la sala.
Para entonces ya se les fue el santo al cielo, pues es hora de que el marido regrese. Aunque Ana se resiste, Hugo le devuelve casi todo lo que había robado, le da algunos consejos para que no se metan en su casa los ladrones, y se despide de las dos mujeres con no poca tristeza. Ana lo mira alejarse. Hugo está por desaparecer y ella lo llama a voces. Cuando regresa le dice, mirándole muy fijo a los ojos, que el próximo fin de semana su esposo va a volver a salir de viaje. El ladrón de sábado se va feliz, bailando por las calles del barrio, mientras anochece.

Y así concluyó la crónica clase Nº 11.

martes, 23 de octubre de 2012

CRÓNICA # 10 - EL PARCIAL

Siguen pasando las crónicas clases de COE, y tengo mis serias dudas sobre si alguien lee mis entradas a este blog. Por lo cual, Halbert te propongo un juego: redactaré este post con un mensaje oculto. Si por lo menos alguien logra descifrarlo que lo comente debajo y entonces yo sabré que lo que escribo no queda al pasar y alguien, por lo menos, se toma la molestia de leerlo. Así narraré mis entradas con más gusto y serán más divertidas, pues si no hay lectores, ¿para quién escribo?

El Parcial de COE: un caso ACRÓSTICO

Las sensaciones previas al parcial
Estaba intranquila, había estudiado suficiente, pero tramposa mi mente
se puso vengativa.
Gracias a Dios, fue multiple choice.
Un momento después, ya estaba de pie.

Sobre el tipo de parcial
También me hubiera gustado que el texto desarrollado sea de nuestra elección
o tal vez más opciones, para elegir la mejor.
Más no me quejo del parcial, fue bastante singular.

Indicar cómo considerás que respondiste el exámen
Jugando al TA TE TI, respondí con fortuna.
Unas habrán sido oportunas, con las otras desistí.
Erré más de una con seguridad, pero al 4 llego con comodidad.
Gracias Halbert por las preguntas tramposas, 
obvia no había ni una , eran todas engañosas.

Diga otra propuesta de examinar
Esta forma me viene bien
pues si estudiaste, sabrás responder.

Ahora, ¿hay ítems que no has respondido?, ¿por qué ha sido?
La verdad, respondí todos y eran muchos,
a algunos les mandé chamullo. 
Basta tener el blog al día, que para estudiar servía de guía.

Revele las sensaciones posteriores al parcial
Al principio me asusté, creí que al 4 no llegaba...
Saqué las cuentas y después me quedé más relajada

miércoles, 10 de octubre de 2012

CRÓNICA # 9

Buenos días para todos y todas como dice nuestra queridísima #CFK (Ejemplo de figura retórica: la ironía)
Les comento, ya que estamos, que hace dos días, el pasado lunes feriado, he sido otra de las víctimas de la "sensación de inseguridad" de este país tan desarrollado. Me han robado mi celular, todo rotito y viejo, con las fotos que he sacado en la pasada clase de COE. Por lo cuál, si bien tomo bastantes apuntes en clase, este post no será tan completo como los del resto de mis compañeros. Todo esto, como excusa, nada más. Y he aquí, entonces, otro ejemplo de figura retórica: la perífrasis (cuando se dice con rodeos de palabras lo que podría decirse con menos o hasta con una sola)

Comienzo con la clase novena de COE.

Signo

El signo lingüístico es la combinación de un concepto (significado) y de una imagen acústica (significante), que componen en conjunto una entidad lingüística de dos caras interdependientes. Es una construcción social que funciona dentro de un sistema lingüístico y que pone un "elemento" en lugar de otro. Como sistema, tiene la capacidad de aplicarse a sí mismo y de explicar los demás sistemas de signos; pero es importante advertir que en la lingüística y en la semiótica la teoría define al objeto, y por lo tanto el signo es consecuencia de una perspectiva teórica.


Por lo tanto, el signo es una combinación del concepto y de la imagen acústica. Saussure sustituye concepto e imagen acústica por significado y significante.Para que el cerebro genere un enlace asociativo, además del significado y del significante, necesita de otros factores para que se establezca la asociación:





Ejemplo:





Lenguaje - Lengua - Habla

Podemos entender el lenguaje como la capacidad de poder establecer comunicación mediante signos, ya sean orales o escritos. De esta manera, el lenguaje presenta muchísimas manifestaciones distintas en las diversas comunidades que existen en nuestro planeta. Estas manifestaciones son lo que conocemos por lenguas o idiomas, como el español, el inglés, el francés o el alemán. No sería correcto hablar, por tanto, de “lenguaje español” o de “lenguaje francés”. Es importante saber emplear los términos con la precisión que merecen.

Por otro lado, la lengua es, como hemos dicho, un sistema de signos que los hablantes aprenden y retienen en su memoria. Es un código, un código que conoce cada hablante, y que utiliza cada vez que lo necesita (que suele ser muy a menudo). Este código es muy importante para el normal desarrollo de la comunicación entre las personas, pues el hecho de que todos los hablantes de una lengua lo conozcan es lo que hace que se puedan comunicar entre sí.

El habla es la plasmación de lo anterior, la recreación de ese modelo que conoce toda la comunidad lingüística. Es un acto singular, por el cual una persona, de forma individual y voluntaria, cifra un mensaje concreto, eligiendo para ello el código, los signos y las reglas que necesita. Dicho de otra manera, es el acto por el cual el hablante, ya sea a través de la fonación (emisión de sonidos) o de la escritura, utiliza la lengua para establecer un acto de comunicación.


Elementos del Paratexto

El término paratexto designa al conjunto de los enunciados que acompañan al texto principal de una obra, como pueden ser el título, subtítulos, prefacio, índice de materias, etc.

El paratexto está destinado a hacer presente el texto, asegurar su presencia en el mundo, su recepción y consumo. El paratexto establece el marco en que se presenta el texto como forma de comunicación. Se distingue el paratexto de su autor y el paratexto editorial. El primero es producido por el autor (su nombre, epígrafe, prefacio, dedicatoria, nota al pie de página,etc..) y el segundo al editor (tapa, catálogo, copyright, etc.). Pero esta distinción está permanentemente amenazada, sobre todo en el caso de los textos (literarios, filosóficos) que se consumen en períodos muy largos y que, por lo tanto, son reciclados permanentemente. Hay autores que dividen el paratexto en peritexto y epitexto. El primero es la parte del paratexto inseparable del texto (título, índice de materias). El segundo, por el contrario, circula fuera del texto; puede ser editorial (publicidades, catálogos) o de autor y, en caso, público o privado. La entrevista radiofónica de un autor muestra el epitexto de autor público, en tanto que un borrador o un diario íntimo muestran el epitexto.


Título

Es el elemento más externo y visible del informe. Debe referirse al contenido y resumirlo escuetamente, fácilmente visible, representa tanto a su contenido como a su autor.

Resumen
Representación abreviada y precisa del contenido del documento sin agregados de interpretación o crítica y sin distinción de quién lo ha escrito. Este resumen debería ser preferentemente en un sólo párrafo, aunque resulte extenso, o en no más de tres párrafos en un extensión máxima de media página.

Dedicatoria
No se usa en los informes de investigación, pero sí se pueden usar en los informes de investigación de Tesis o Seminarios de Tesis. Se coloca en la página que sigue al título y debe ser breve, preferentemente con líneas cortas y hacia la derecha. Se dedica a personas, instituciones o a quien estime conveniente el autor.

Epígrafe
Suele estar ubicado en la página siguiente a la dedicatoria y anterior al prólogo. Es siempre una cita verdadera o falsa (atribuida falsamente a un autor). También puede ser atribuida a un autor imaginario, o sea, anónima. Además, al inicio de capítulos suele colocarse un epígrafe al capítulo. Sus funciones son:
de comentario al título, como anexo justificativo.
de comentario al texto, precisando indirectamente la significación del mismo.
de padrinazgo indirecto (lo importante no es lo que dice la cita, sino la identidad de quien lo dice).

El epígrafe, conjuntamente con el título (y la tapa si esta existe y está bien diseñada), estimulan al lector a elaborar hipótesis sobre el contenido del texto.

Prólogo o prefacio
El prólogo o prefacio es un discurso que el autor u otra persona en quien él delega esta función, produce a propósito del texto que precede.

La mayoría de los prólogos cumplen con dos funciones básicas: por una parte una función informativa o aclarativa, donde se consignan datos acerca del libro, importancia del tema, aspectos temáticos, secciones de que se compone y agradecimientos a quienes colaboraron. Por otro lado, una función persuasiva o argumentativa, destinada a captar al lector y retenerlo, donde se informa sobre el origen de la obra y las circunstancias de su redacción (dificultades, facilidades, etc). A menudo ambas funciones van juntas.y eso es su significado.

Epílogo
Usualmente utilizado por el autor para hacer comentarios a la obra, pero que requieren ya conocerla íntegra, o para indicar eventos, sucesos o ideas que surgieron después que el trabajo estaba ya terminado. Muy raro en los informes de investigación porque sus contenidos son siempre una novedad actual.

Índice
Antiguamente se ponía al final del trabajo, hoy es costumbre ponerlo a continuación del prólogo. Es en realidad la tabla de contenidos o de materias. El grado de detalle depende exclusivamente del interés del autor por aclarar los contenidos en profundidad desde un principio. Hay diversos estilos y los procesadores de texto como el Word de Microsoft lo hacen en forma automática, desde una selección de estilos a escoger.


Citas
La cita tiene por objeto: a) probar un hecho o reconocer una idea que contribuyó al trabajo de investigación b) remitir a la fuente donde se confirma el hecho o se expone la idea c) reconocer un antecedente de trabajo. Las citas deben introducirse observando escrupulosamente los principios de honestidad y exactitud. Las citas se complementan con las notas a pie de página o al final del texto. Se destacan usando algún tipo de letra distinta de la letra normal del texto, o bien, lo más usual, esta letra normal se pone en cursiva.

Notas
Según el Diccionario de la Real Academia, la nota es una Advertencia, explicación, comentario o noticia de cualquier clase, que en impresos o manuscritos va fuera del texto. Tienen por objeto proporcionar información adicional sin interrumpir la secuencia lógica del primero. Como es algo que está fuera del texto, suele quedar a pie de página, o al final del texto total. Un poco más raro es colocarlos al costado exterior de la página, como anotación legal.

En los informes de investigación que nos preocupan, su función principal es consignar la referencia de las citas que se han usado en el texto indicando al autor, el título del libro de la que se ha extraído la cita, la casa editorial, el año en que fue publicado y la página en que aparece dicha cita.

También puede usarse para incluir algún tipo de información respecto de un párrafo del texto que rompería la lógica del informe si se lo incluye en el texto principal.

Cuando se hace referencia a un autor o texto en general, pero no se está indicando una cita en particular, a menudo la nota se inicia con las palabras: Confrontar... o Ver...seguido del título de un texto determinado, indicando que el o los párrafos de donde procede la nota son un resumen hecho por el autor de la obra indicada.

Se usan abreviaturas especiales cuando un autor es citado más de una vez, para abreviar el número de coautores, etc.

Bibliografía
Lista ordenada de autores y sus obras en el informe de investigación. Los autores deben ir en orden alfabético. En el siguiente orden:

Autor, Título, Casa Editorial, Año de publicación.

Hay variaciones en la forma de consignar a un autor, que dependen de si la obra consignada es un libro, un artículo de una revista, un artículo de un libro compilado por otro autor, etc. De lo cual hay muchas recomendaciones en diversos textos.

Glosario
Aunque usualmente el glosario técnico suele aparecer como parte del Marco Teórico con el nombre de Marco Conceptual, en algunos informes puede ser necesario ponerlo al final del mismo, una vez terminado el texto. Es una lista ordenada alfabéticamente de términos técnicos o que, por alguna razón, puedan presentar dificultades al lector, acompañados de una definición. Se trata de términos difíciles, desconocidos, o que bien, se usa el glosario para indicar que términos que pueden tener varias acepciones o significados, serán usados en el texto conforme a la definición que allí se consigna y no otra.

Apéndice o Anexo
Textos, cuadros, documentos, testimonios diversos, entrevistas en detalle, facsímile de encuestas, cuadros con datos de encuestas, etc., se incluyen al final del trabajo. Se trata de un complemento del texto que, en razón de su extensión, no puede incluirse en forma de notas. O bien, que su inclusión como parte del texto del informe, rompe con la lógica de la explicación que se está desarrollando. Es información adicional fuera de lo que es el contexto principal del ensayo como pueden ser definiciones o explicaciones más específicas sobre temas mencionados en el trabajo.

Saludos, hasta el jueves de la semana que viene!

jueves, 4 de octubre de 2012

CRÓNICA # 8

Aquí va lo visto en la octava clase de COE. Les apunto mis resúmenes. Espero que les sirva.

Funciones del lenguaje
-Hablantes: Usamos el lenguaje con varios propósitos
-Un mismo mensaje puede cumplir varias funciones al mismo tiempo, pero una sola es la que predomina
-Jakobson: cada uno de los seis elementos de la comunicación verbal determina una función diferente del lenguaje.
-El lenguaje asume diferentes funciones según a cuál de esos seis elementos se orienta el discurso:


Los tipos de oración:
La estructura verbal de un mensaje depende de la función predominante en él. Pero la función de un discurso no puede determinarse sólo por su forma estructural. Las distintas funciones son:
-Informativa
-Emotiva
-Directiva o Conativa
-Fática
-Poética
-Metalingüística
-Ejecutiva



Eso fue todo,
Saludos!

Tati